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El mundo de Harry Potter le pertenece a J.K Rowlling, nosotr@s somos simplemente unas fans de la saga reproduciendo su mundo. El foro no es con fines de lucro.
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Johan Joseph Britt.
2 participantes
Página 1 de 1.
Johan Joseph Britt.
OhNombre: Johan Joseph Britt
Casa: Ravenclaw
Edad: 17 años.
Curso: Séptimo.
Estado social: Prefecto.
Varita: Largo: 31.75 cm; roble inglés, ciertamente una varita para los buenos y los malos tiempos, leal como su dueño; fibra de corazón de dragón. Su color es oscuro, y no parece resaltar mucho de entre las demás excepto por el fino y elegante mango con el grabado de algún escudo familiar, desconocido para él aún. Posiblemente el de su padre.
Mascota: Lechuza marrón común. A Johan jamás le gustaron los animales, sin embargo encontró bastante práctico llevar una lechuza y mucho más llevar una marrón fácil de confundir con cualquier otra.
Psicología: Lo primero que te vendrá a la cabeza si piensas y conoces a Johan a fondo será: Doble cara. Johan ha sido criado en un mundo cerrado, lleno de restricciones y reglas a las que se ha debido adaptar para sobrevivir, todo esto, aunado a un sentimiento de abandono ha hecho de Johan un chico rencoroso. Que al final se mueve según le conviene. Mira el mundo de una manera gris y hostil, sabiendo que sólo los más fuertes y aptos son los que encabezan la cadena de poder. Ese deseo de poder es su motor impulsor de cada día, el que le hace mostrar una cara totalmente distinta que usa como disfraz para despistar a la gente.
Una sonrisa, una mirada amable, una voz moderada y una actitud aparentemente positiva es una mascara que utiliza con maestría este chico. Para él todo el mundo miente, y por eso no tendrá problema alguno en mentirte también. Obsesivo, necesita mantener todo en absoluto orden o ese lado agresivo emergerá poco a poco hasta estallar. Sí, es un chico que a pesar de todo suele reprimir sus emociones para mantener la cabeza fría, ocultando un temperamento de temer. Presumido, lo normal en un ravenclaw ¿Vanidoso? También, y si bien no tiene problemas en comentar sus logros, hace como que les resta importancia sólo para enaltecerlos aún más. Y aún con todo eso, sus notables defectos y manías… ha logrado hacer amigos.
Pero todo es negro, por supuesto. Como tiene múltiples defectos debemos señalar algunas de sus escasas pero preciadas virtudes. Perfeccionista, responsable, meticuloso, son adjetivos que describen su desempeño escolar y su actitud hacia con los demás. No, no es tan malo en realidad. Hasta el más terrible ogro tiene un corazón, de piedra, pero que late al fin y al cabo. Entonces, deberíamos señalar sus repentinos arranques de preocupación desinteresada hacia los demás, extraños, escasos, pero sinceros. Quizás fueron por esos arranques de repentina bondad que al final fue elegido como prefecto desde quinto año ¿Cómo es con sus amigos? Bien, podríamos comentar que no es tan diferente de cómo se comporta con los demás. Usualmente es el que mantiene el orden y el más sensato a la hora de emitir juicios o tomar una decisión, y gracias a eso han salido airosos de cuanta problemática situación han disfrutado ¿Chicas? Aún hoy no se le ha conocido una novia ya que nadie llama lo suficiente su atención, siempre argumentando que está comprometido con la búsqueda de la sabiduría… al menos eso es lo que dice ¿Pero quien nos asegura que dice la verdad?
Físico: Johan no es un chico que llame precisamente la atención por guapo. Él personalmente se considera como un chico promedio. No tiene una altura que llame la atención, mucho menos un físico de atleta que deje infartada a las chicas, y tampoco un rostro de adonis que las deje babeando. Para empezar, con trabajo alcanzó una buena altura, y con todo eso, su mejor amigo un año menor comienza a rebasarle. Después, es un chico de complexión normal, con los músculos propios de su edad, más no algo exagerado ni mucho menos mega marcado porque odia los deportes desde que tiene memoria. Lo más rescatable quizás, sean sus ojos increíblemente azules, enmarcados de espesas pestañas oscuras. Por lo demás, su rostro es aún el de un niño. Labios delgados, mejillas rellenas, nariz de lo más común, y cejas pobladas siempre con alguna expresión divertida, amable o escéptica en ella. Finalmente su cabello es de un color chocolate oscuro, casi negro, algo despeinado.
Su vestir, contrario a lo que se podría pensar siendo un chico de movimientos y expresiones elegantes, es realmente normal. Camisetas en cuello V, tennis, pantalones de mezclilla cómodos. Sin duda su objetivo es no llamar la atención por las razones equivocadas al restarle importancia a su aspecto físico. Más no es fachoso. Sólo un poco menos interesado en la moda y accesorios incómodos.
Gustos: Le encanta leer y estudiar, puede pasar horas encerrado en la biblioteca escolar investigando cualquier cosa, siempre y cuando no le toque patrullar. Ama el mundo mágico, aunque no siempre esté de acuerdo con el ministerio de magia. Siente un gusto normal por las historietas, también por las películas antiguas, y la música underground. Le gusta una chica de su casa, le agrada observarla de lejos y hacer anotaciones sobre ella, aunque por el momento no le ha dicho nada, teme de alguna forma, ser rechazado. Deberíamos destacar también su insano gusto por el poder… paladear el sabor de este es un placer que no cambiaría por nada. Y por último, su materia favorita, historia de la magia.
Desagrados: A pesar de ser un mestizo, detesta muchas cosas que tienen que ver con los muggles. No le gusta ni que le señalen su origen, mucho menos que mencionen a su madre o que intenten sacarle información de esta. No soporta a la gente mediocre, mucho menos aguanta que esa misma gente se crea mejor que él. Tiene un desagrado profundo hacia el olor a vainilla y definitivamente le teme al agua profunda, al grado de evitar pasar por el lago negro a menos que sea absolutamente necesario.
Familia:
Alexadra Britt {Madre} Mujer religiosa y pre juiciosa que no soporta la idea de que su hijo sea un mago ya que lo considera antinatural. Echó al padre de Johan al enterarse que este también era mago. Es escritora.
Hector Lannister {Padre} Sangre pura. Johan jamás lo conoció pues Alexandra lo rechazó después de que le dijera que era un mago. Provenía de una familia muy elitista, y de mayor fue transforado en un licántropo. Johan sospecha que murió aunque desconoce su identidad.
Nacionalidad:
Británico al 100%, antes solía vivir en un pequeño pueblo costero, pero por el trabajo de su madre se mudaron a Londres, donde redice actualmente.
Vida:
Johan nació y creció en un entorno totalmente Muggle. Su madre era Muggle, y su padre… su padre nunca lo conoció, sin embargo por la reacción que su madre tiene ante la mención del hombre que le dio a su único hijo, Johan deduce que se trataba de un mago como él. Su madre, de nombre Alexandra Britt, era una adolescente cuando conoció a Hector Lannister, un joven apuesto, inteligente, divertido… y sobre todo, mágico. Hector tenía algo que Alexandra jamás había visto en toda su vida, además, que él, un chico tan interesante y diferente, se interesara en una chica como ella, religiosa, recatada y hasta cierto punto fea, significó algo muy hermoso para ella.
En realidad Alexandra no era fea, si bien no se arreglaba como las chicas de su edad y como la moda lo dictaba, tenía un rostro armonioso y un cabello hermoso, color chocolate y lacio. Lo que afeaba a Alexandra era en realidad su mente cerrada. Tenía una mirada nerviosa, sus manos siempre temblaban ante cualquier pensamiento posiblemente pecaminoso, y siempre estaba moviendo los labios silenciosamente como si rezara compulsivamente. Alexandra era una fanática religiosa.
No obstante, cayó bajo los encantos de Hector casi en seguida. A Hector le atraía la mirada misteriosa de Alexandra, y además le divertía verla siempre tan torpe y nerviosa en su presencia. En pocas semanas, Hector se enamoró de la chica, y la chica de él. Aunque Hector no se atrevía a revelarle su condición de mago sabiendo como podría reaccionar la chica ante la sola idea de algo totalmente inexplicable y tan antinatural como la magia.
Pasó un año, y Hector convenció a Alexandra de mudarse con él. Casarse por supuesto era la única condición que Alexandra ponía para tal acción. Así que en dos meses, contrajeron matrimonio en una modesta ceremonia donde los únicos asistentes, eran la familia y unos cuantos amigos de tan sólo la novia. Hector argumentó que sus padres estaban muy ocupados en un viaje de negocios y por lo tanto lo único que tenía era Alexandra.
El mago no podía ocultar por más tiempo su condición, así que después de meditarlo por varias semanas, decidió contarle la verdad a su flamante esposa. La reacción de Alexandra no se hizo esperar.
-¡lárgate! ¡Vete! Eres una aberración, es antinatural…- dijo Alexandra llorando mientras le tiraba sus cosas a Hector. Dolido, el mago se fue de la casa, y no volvió más ya que Alexandra jamás lo perdonaría por ocultarle tal cosa, y mucho menos por poseer magia. Lo que ninguno de los dos sabía, era que Alexandra estaba embarazada.
Cuando la chica supo que esperaba un hijo de su marido, lo aceptó, esperando que el niño fuese normal. Cuanto se equivocó.
La primera explosión de magia que tuvo Johan fue a los 4 años. Su madre lo llevaba todos los días a la iglesia a rezar y solía castigarlo duramente cuando el niño se distraía y comenzaba a jugar siendo el momento para orar. En cierta ocasión el chico se distrajo de camino a la iglesia, unos chicos jugaban cerca de un estanque con agua y el niño, no pudiéndose resistir fue a jugar con ellos; al llegar a la iglesia el niño estaba lleno de lodo y totalmente empapado, el regaño de su madre no se hizo esperar… algo extraordinario sucedió cuando la mujer alzaba su mano para pegarle a su hijo: Uno de los candelabros cayó a unos metros de donde ellos estaban parados. Aquel inexplicable hecho no asustó tanto a la mujer como la mirada en los ojos de su hijo. El sacerdote dijo que quizás ya era tiempo de cambiar y reformar la iglesia antes que más accidentes ocurriesen, pero Alexandra, muy en el fondo, sabía que no era la antigüedad del recinto… sino el poder de su hijo.
A partir de ese día evitó a cualquier costa provocar esas explosiones mágicas en Johan a toda costa. Procuraba no hacerle enfadar o hacer rabietas, le ensañaba todo lo que ella sabía o creía que era malo, y por supuesto le inculcaba repudio hacia lo que ella consideraba antinatural. No obstante, el chico comenzó a formarse una opinión propia acerca de las absurdas ideas de su madre.
Una gran sorpresa se llevó Johan al recibir el correo de Hogwarts, un agente especial tuvo que ir a la casa para explicarle la situación a su madre, como solía pasar con los hijos de muggles. Ella no estaba nada encantada de la noticia. Su hijo aprendería algo que ella creía era una aberración.
Johan se impuso por primera vez. –Madre, iré a Hogwarts y aprenderé cuanto pueda, estés de acuerdo ó no. Soporté tu fanatismo por once años, pero se acabó- y eso fue lo último que ambos se dijeron poco antes de que el chico se fuera al colegio.
El chico se impresionó profundamente al conocer el callejón Diagon, lo mismo que le encantó la sensación de tener por primera vez su varita. Extrañamente, sentía que esta era una vieja amiga con la que acaba de reencontrarse. Como si de toda la vida la hubiese tenido a su lado… como un brazo, o una pierna. Era un sentimiento bellísimo. Lo que Johan no sabía era que esa varita había pertenecido a su padre. Hector la había perdido justo antes de morir, en medio de su transformación. En algún punto aquella varita fue encontrada y más tarde, al no tener dueño, llevada a Ollivander's. Fue cuando la varita se encontró con un Lannister perdido, el bastardo de su antiguo propietario. La varita lo había elegido.
La ceremonia en el castillo le pareció aún más increíble. El viejo sombrero seleccionador le daba un poco de miedo, pero logró mantener la calma cuando dijeron su nombre. Su rostro no mostraba sentimiento alguno cuando le colocaron el objeto. Inmediatamente una voz en su cabeza, porque estaba seguro de que aquella voz sólo la podía escuchar él, comenzó a hablar pausadamente.
-Tienes la astucia de un slytherin, y la ambición no te falta… pero… espera, hay algo más… tu temperamento es como el de un león. Un Gryffindor quizás…. No obstante, tu intelecto, tu mente… tu sed de aprender puede más que tu ambición y tu coraje, así que te pondré en…- A Johan le temblaban las manos, el sombrero dudaba mucho de donde ponerle ¿Es que acaso Johan era diferente? ¿Defectuoso? –¡Ravenclaw!- gritó el sombrero. La mesa perteneciente a tal casa estalló en aplausos y vítores cuando el chico se quitó el sombrero y se fue a sentar junto con sus nuevos compañeros.
El primer año transcurrió con total normalidad, aunque ya para ese momento existía la amenaza del regreso de Lord Voldemort. Claro que el chico comenzó a investigar, recabando cuanta información podía sacar o desenterrar del niño que sobrevivió. No obstante su natural escepticismo le hacía simplemente despreocuparse de lo acontecido y vivir el resto del año con total naturalidad. Concentrándose en aprender todo lo que pudiera, asombrándose al ver como los días avanzaban y se iban volando dentro de aquella escuela.
Al siguiente año todo fue… diferente. La incertidumbre se había cernido sobre el castillo y los constantes castigos no se hacían esperar. Durante ese año se vio muchas veces maltratado por sus orígenes, al grado de prácticamente someterlo a la voluntad de los alumnos que apoyaban a Lord Voldemort. Si bien él se cuidaba de no llamar la atención, los celos por su desempeño provocaron muchos encontrones que más de una vez le hicieron desear volver a casa. El día de la batalla llegó, y el niño que sobrevivió apareció. Los chicos fueron evacuados y entre ellos, él. Un niño rubio de primer año se coló esquivándolo, y aunque Johan intentó detenerlo fue muy tarde. Más tarde se enteraría que como ese niño, varios habían muerto al intentar pelear con sus escasos conocimientos. Una vez más el mundo parecía volver a la paz, con Voldemort muerto y el castillo en ruinas, se preguntó por primera vez si él había sido parte importante de la historia…
Mirando hacia tras se daría cuenta de que él quería ser más que Johan Britt. Él quería ser grande, más grande que Voldemort, más grande que Harry Potter, más grande que el castillo. Así como la guerra dejaba sus huellas, él se propuso desde ese momento marcar la suya en la historia de la magia. Trabajaría por alcanzar la perfección a tal punto que sus orígenes serían olvidados con el tiempo.
Los siguientes años no fueron realmente diferentes o especiales, con la excepción de que ahora él se había anotado como voluntario para ayudar en la limpieza del castillo y la reconstrucción del mismo, no podía hacer gran cosa, pero quería ser parte de una nueva etapa en Hogwarts. Su tercer año transcurrió tranquilamente, haciéndose mejor amigo de Mitch, un chico de segundo que si bien era muy revoltoso, le caía en gracia a Johan. Si bien el chico sobresalió por sus buenas notas, no era especialmente popular. Al menos así se veía él mismo.
Jamás le interesó el Quidditch, apoyaba a su equipo por compromiso y veía los partidos sólo por entretenimiento. Odiaba volar y tenía una aversión natural a los deportes.
Sus materia fuerte siempre fue historia de la magia; pociones le gustaba, pero no demasiado como para prestarle mucha atención, y lo mismo pasaba con el resto de las materias. Aunque era bueno, no le interesaba mucho que digamos. Defensa contra las artes oscuras fue por el contrario distinto a todo lo demás. Amaba entrar a aquella clase, y así es hasta el momento. Cuidado de criaturas mágicas fue su talón de Aquiles. Por más que intentaba prestar atención en clase solía distraerse con pequeñas cosas; sin embargo, sus calificaciones tampoco eran malas, parecía que al final siempre se daba un impulso para aprobar con excelencia aunque debía desvelarse estudiando semanas de clases a las que jamás prestó absoluta atención.
En tercero su asignatura favorita fue por mucho Aritmancia, por ser precisamente una materia que muchos consideraban difícil. Al iniciar quinto, le llegó la insignia de prefecto por su excelente desempeño. Nunca le había restado puntos a su casa por su causa –increíble en realidad teniendo un amigo como Mitch- y además tenía unas calificaciones muy buenas. Al parecer su intachable comportamiento dentro de Hogwarts le sirvió para algo todos esos años. Comenzaba a formarse un futuro brillante; conseguía lo que quería cuando quería por ser simplemente un estudiante estrella.
Ahora comienza su séptimo año en Hogwart y cada verano desde el día que le dijeron que era un mago va a casa, pero no ve a su madre. Ella prefiere ignorarlo, sólo preocupándose por mantener la nevera llena y la casa limpia. Encerrándose en su estudio para escribir sonetos de amor a un esposo fantasma. Está claro que jamás se recuperó de aquel trauma… ventajosamente sus libros se venden bien y como pan caliente, leídos usualmente por mujeres desesperadas que buscando consuelo recurren a sus palabras. En ese aspecto, Johan no le reprocha nada a su madre.
T.I.M.O.S:
• Astronomía: E
• Aritmancia: E
• Cuidado de Criaturas Mágicas: A
• Defensa Contra las Artes Oscuras: S
• Encantamientos: E
• Herbología: S
• Historia de la Magia: E
• Pociones: S
• Runas Antiguas: E
• Transformaciones: E
Extras:
-Es uno de los candidatos para ganar el premio anual, aunque nunca ha expresado cierto interés en tal reconocimiento, nadie asegura que no lo esté deseando como el resto de sus compañeros.
-Está buscando entrar en una carrera dirigida hacia las leyes mágicas, aunque aún no ha tomado una decisión, ya que el ámbito de la política le atrae demasiado.
Contraseña: *******
Casa: Ravenclaw
Edad: 17 años.
Curso: Séptimo.
Estado social: Prefecto.
Varita: Largo: 31.75 cm; roble inglés, ciertamente una varita para los buenos y los malos tiempos, leal como su dueño; fibra de corazón de dragón. Su color es oscuro, y no parece resaltar mucho de entre las demás excepto por el fino y elegante mango con el grabado de algún escudo familiar, desconocido para él aún. Posiblemente el de su padre.
Mascota: Lechuza marrón común. A Johan jamás le gustaron los animales, sin embargo encontró bastante práctico llevar una lechuza y mucho más llevar una marrón fácil de confundir con cualquier otra.
Psicología: Lo primero que te vendrá a la cabeza si piensas y conoces a Johan a fondo será: Doble cara. Johan ha sido criado en un mundo cerrado, lleno de restricciones y reglas a las que se ha debido adaptar para sobrevivir, todo esto, aunado a un sentimiento de abandono ha hecho de Johan un chico rencoroso. Que al final se mueve según le conviene. Mira el mundo de una manera gris y hostil, sabiendo que sólo los más fuertes y aptos son los que encabezan la cadena de poder. Ese deseo de poder es su motor impulsor de cada día, el que le hace mostrar una cara totalmente distinta que usa como disfraz para despistar a la gente.
Una sonrisa, una mirada amable, una voz moderada y una actitud aparentemente positiva es una mascara que utiliza con maestría este chico. Para él todo el mundo miente, y por eso no tendrá problema alguno en mentirte también. Obsesivo, necesita mantener todo en absoluto orden o ese lado agresivo emergerá poco a poco hasta estallar. Sí, es un chico que a pesar de todo suele reprimir sus emociones para mantener la cabeza fría, ocultando un temperamento de temer. Presumido, lo normal en un ravenclaw ¿Vanidoso? También, y si bien no tiene problemas en comentar sus logros, hace como que les resta importancia sólo para enaltecerlos aún más. Y aún con todo eso, sus notables defectos y manías… ha logrado hacer amigos.
Pero todo es negro, por supuesto. Como tiene múltiples defectos debemos señalar algunas de sus escasas pero preciadas virtudes. Perfeccionista, responsable, meticuloso, son adjetivos que describen su desempeño escolar y su actitud hacia con los demás. No, no es tan malo en realidad. Hasta el más terrible ogro tiene un corazón, de piedra, pero que late al fin y al cabo. Entonces, deberíamos señalar sus repentinos arranques de preocupación desinteresada hacia los demás, extraños, escasos, pero sinceros. Quizás fueron por esos arranques de repentina bondad que al final fue elegido como prefecto desde quinto año ¿Cómo es con sus amigos? Bien, podríamos comentar que no es tan diferente de cómo se comporta con los demás. Usualmente es el que mantiene el orden y el más sensato a la hora de emitir juicios o tomar una decisión, y gracias a eso han salido airosos de cuanta problemática situación han disfrutado ¿Chicas? Aún hoy no se le ha conocido una novia ya que nadie llama lo suficiente su atención, siempre argumentando que está comprometido con la búsqueda de la sabiduría… al menos eso es lo que dice ¿Pero quien nos asegura que dice la verdad?
Físico: Johan no es un chico que llame precisamente la atención por guapo. Él personalmente se considera como un chico promedio. No tiene una altura que llame la atención, mucho menos un físico de atleta que deje infartada a las chicas, y tampoco un rostro de adonis que las deje babeando. Para empezar, con trabajo alcanzó una buena altura, y con todo eso, su mejor amigo un año menor comienza a rebasarle. Después, es un chico de complexión normal, con los músculos propios de su edad, más no algo exagerado ni mucho menos mega marcado porque odia los deportes desde que tiene memoria. Lo más rescatable quizás, sean sus ojos increíblemente azules, enmarcados de espesas pestañas oscuras. Por lo demás, su rostro es aún el de un niño. Labios delgados, mejillas rellenas, nariz de lo más común, y cejas pobladas siempre con alguna expresión divertida, amable o escéptica en ella. Finalmente su cabello es de un color chocolate oscuro, casi negro, algo despeinado.
Su vestir, contrario a lo que se podría pensar siendo un chico de movimientos y expresiones elegantes, es realmente normal. Camisetas en cuello V, tennis, pantalones de mezclilla cómodos. Sin duda su objetivo es no llamar la atención por las razones equivocadas al restarle importancia a su aspecto físico. Más no es fachoso. Sólo un poco menos interesado en la moda y accesorios incómodos.
Gustos: Le encanta leer y estudiar, puede pasar horas encerrado en la biblioteca escolar investigando cualquier cosa, siempre y cuando no le toque patrullar. Ama el mundo mágico, aunque no siempre esté de acuerdo con el ministerio de magia. Siente un gusto normal por las historietas, también por las películas antiguas, y la música underground. Le gusta una chica de su casa, le agrada observarla de lejos y hacer anotaciones sobre ella, aunque por el momento no le ha dicho nada, teme de alguna forma, ser rechazado. Deberíamos destacar también su insano gusto por el poder… paladear el sabor de este es un placer que no cambiaría por nada. Y por último, su materia favorita, historia de la magia.
Desagrados: A pesar de ser un mestizo, detesta muchas cosas que tienen que ver con los muggles. No le gusta ni que le señalen su origen, mucho menos que mencionen a su madre o que intenten sacarle información de esta. No soporta a la gente mediocre, mucho menos aguanta que esa misma gente se crea mejor que él. Tiene un desagrado profundo hacia el olor a vainilla y definitivamente le teme al agua profunda, al grado de evitar pasar por el lago negro a menos que sea absolutamente necesario.
Familia:
Alexadra Britt {Madre} Mujer religiosa y pre juiciosa que no soporta la idea de que su hijo sea un mago ya que lo considera antinatural. Echó al padre de Johan al enterarse que este también era mago. Es escritora.
Hector Lannister {Padre} Sangre pura. Johan jamás lo conoció pues Alexandra lo rechazó después de que le dijera que era un mago. Provenía de una familia muy elitista, y de mayor fue transforado en un licántropo. Johan sospecha que murió aunque desconoce su identidad.
Nacionalidad:
Británico al 100%, antes solía vivir en un pequeño pueblo costero, pero por el trabajo de su madre se mudaron a Londres, donde redice actualmente.
Vida:
Johan nació y creció en un entorno totalmente Muggle. Su madre era Muggle, y su padre… su padre nunca lo conoció, sin embargo por la reacción que su madre tiene ante la mención del hombre que le dio a su único hijo, Johan deduce que se trataba de un mago como él. Su madre, de nombre Alexandra Britt, era una adolescente cuando conoció a Hector Lannister, un joven apuesto, inteligente, divertido… y sobre todo, mágico. Hector tenía algo que Alexandra jamás había visto en toda su vida, además, que él, un chico tan interesante y diferente, se interesara en una chica como ella, religiosa, recatada y hasta cierto punto fea, significó algo muy hermoso para ella.
En realidad Alexandra no era fea, si bien no se arreglaba como las chicas de su edad y como la moda lo dictaba, tenía un rostro armonioso y un cabello hermoso, color chocolate y lacio. Lo que afeaba a Alexandra era en realidad su mente cerrada. Tenía una mirada nerviosa, sus manos siempre temblaban ante cualquier pensamiento posiblemente pecaminoso, y siempre estaba moviendo los labios silenciosamente como si rezara compulsivamente. Alexandra era una fanática religiosa.
No obstante, cayó bajo los encantos de Hector casi en seguida. A Hector le atraía la mirada misteriosa de Alexandra, y además le divertía verla siempre tan torpe y nerviosa en su presencia. En pocas semanas, Hector se enamoró de la chica, y la chica de él. Aunque Hector no se atrevía a revelarle su condición de mago sabiendo como podría reaccionar la chica ante la sola idea de algo totalmente inexplicable y tan antinatural como la magia.
Pasó un año, y Hector convenció a Alexandra de mudarse con él. Casarse por supuesto era la única condición que Alexandra ponía para tal acción. Así que en dos meses, contrajeron matrimonio en una modesta ceremonia donde los únicos asistentes, eran la familia y unos cuantos amigos de tan sólo la novia. Hector argumentó que sus padres estaban muy ocupados en un viaje de negocios y por lo tanto lo único que tenía era Alexandra.
El mago no podía ocultar por más tiempo su condición, así que después de meditarlo por varias semanas, decidió contarle la verdad a su flamante esposa. La reacción de Alexandra no se hizo esperar.
-¡lárgate! ¡Vete! Eres una aberración, es antinatural…- dijo Alexandra llorando mientras le tiraba sus cosas a Hector. Dolido, el mago se fue de la casa, y no volvió más ya que Alexandra jamás lo perdonaría por ocultarle tal cosa, y mucho menos por poseer magia. Lo que ninguno de los dos sabía, era que Alexandra estaba embarazada.
Cuando la chica supo que esperaba un hijo de su marido, lo aceptó, esperando que el niño fuese normal. Cuanto se equivocó.
La primera explosión de magia que tuvo Johan fue a los 4 años. Su madre lo llevaba todos los días a la iglesia a rezar y solía castigarlo duramente cuando el niño se distraía y comenzaba a jugar siendo el momento para orar. En cierta ocasión el chico se distrajo de camino a la iglesia, unos chicos jugaban cerca de un estanque con agua y el niño, no pudiéndose resistir fue a jugar con ellos; al llegar a la iglesia el niño estaba lleno de lodo y totalmente empapado, el regaño de su madre no se hizo esperar… algo extraordinario sucedió cuando la mujer alzaba su mano para pegarle a su hijo: Uno de los candelabros cayó a unos metros de donde ellos estaban parados. Aquel inexplicable hecho no asustó tanto a la mujer como la mirada en los ojos de su hijo. El sacerdote dijo que quizás ya era tiempo de cambiar y reformar la iglesia antes que más accidentes ocurriesen, pero Alexandra, muy en el fondo, sabía que no era la antigüedad del recinto… sino el poder de su hijo.
A partir de ese día evitó a cualquier costa provocar esas explosiones mágicas en Johan a toda costa. Procuraba no hacerle enfadar o hacer rabietas, le ensañaba todo lo que ella sabía o creía que era malo, y por supuesto le inculcaba repudio hacia lo que ella consideraba antinatural. No obstante, el chico comenzó a formarse una opinión propia acerca de las absurdas ideas de su madre.
Una gran sorpresa se llevó Johan al recibir el correo de Hogwarts, un agente especial tuvo que ir a la casa para explicarle la situación a su madre, como solía pasar con los hijos de muggles. Ella no estaba nada encantada de la noticia. Su hijo aprendería algo que ella creía era una aberración.
Johan se impuso por primera vez. –Madre, iré a Hogwarts y aprenderé cuanto pueda, estés de acuerdo ó no. Soporté tu fanatismo por once años, pero se acabó- y eso fue lo último que ambos se dijeron poco antes de que el chico se fuera al colegio.
El chico se impresionó profundamente al conocer el callejón Diagon, lo mismo que le encantó la sensación de tener por primera vez su varita. Extrañamente, sentía que esta era una vieja amiga con la que acaba de reencontrarse. Como si de toda la vida la hubiese tenido a su lado… como un brazo, o una pierna. Era un sentimiento bellísimo. Lo que Johan no sabía era que esa varita había pertenecido a su padre. Hector la había perdido justo antes de morir, en medio de su transformación. En algún punto aquella varita fue encontrada y más tarde, al no tener dueño, llevada a Ollivander's. Fue cuando la varita se encontró con un Lannister perdido, el bastardo de su antiguo propietario. La varita lo había elegido.
La ceremonia en el castillo le pareció aún más increíble. El viejo sombrero seleccionador le daba un poco de miedo, pero logró mantener la calma cuando dijeron su nombre. Su rostro no mostraba sentimiento alguno cuando le colocaron el objeto. Inmediatamente una voz en su cabeza, porque estaba seguro de que aquella voz sólo la podía escuchar él, comenzó a hablar pausadamente.
-Tienes la astucia de un slytherin, y la ambición no te falta… pero… espera, hay algo más… tu temperamento es como el de un león. Un Gryffindor quizás…. No obstante, tu intelecto, tu mente… tu sed de aprender puede más que tu ambición y tu coraje, así que te pondré en…- A Johan le temblaban las manos, el sombrero dudaba mucho de donde ponerle ¿Es que acaso Johan era diferente? ¿Defectuoso? –¡Ravenclaw!- gritó el sombrero. La mesa perteneciente a tal casa estalló en aplausos y vítores cuando el chico se quitó el sombrero y se fue a sentar junto con sus nuevos compañeros.
El primer año transcurrió con total normalidad, aunque ya para ese momento existía la amenaza del regreso de Lord Voldemort. Claro que el chico comenzó a investigar, recabando cuanta información podía sacar o desenterrar del niño que sobrevivió. No obstante su natural escepticismo le hacía simplemente despreocuparse de lo acontecido y vivir el resto del año con total naturalidad. Concentrándose en aprender todo lo que pudiera, asombrándose al ver como los días avanzaban y se iban volando dentro de aquella escuela.
Al siguiente año todo fue… diferente. La incertidumbre se había cernido sobre el castillo y los constantes castigos no se hacían esperar. Durante ese año se vio muchas veces maltratado por sus orígenes, al grado de prácticamente someterlo a la voluntad de los alumnos que apoyaban a Lord Voldemort. Si bien él se cuidaba de no llamar la atención, los celos por su desempeño provocaron muchos encontrones que más de una vez le hicieron desear volver a casa. El día de la batalla llegó, y el niño que sobrevivió apareció. Los chicos fueron evacuados y entre ellos, él. Un niño rubio de primer año se coló esquivándolo, y aunque Johan intentó detenerlo fue muy tarde. Más tarde se enteraría que como ese niño, varios habían muerto al intentar pelear con sus escasos conocimientos. Una vez más el mundo parecía volver a la paz, con Voldemort muerto y el castillo en ruinas, se preguntó por primera vez si él había sido parte importante de la historia…
Mirando hacia tras se daría cuenta de que él quería ser más que Johan Britt. Él quería ser grande, más grande que Voldemort, más grande que Harry Potter, más grande que el castillo. Así como la guerra dejaba sus huellas, él se propuso desde ese momento marcar la suya en la historia de la magia. Trabajaría por alcanzar la perfección a tal punto que sus orígenes serían olvidados con el tiempo.
Los siguientes años no fueron realmente diferentes o especiales, con la excepción de que ahora él se había anotado como voluntario para ayudar en la limpieza del castillo y la reconstrucción del mismo, no podía hacer gran cosa, pero quería ser parte de una nueva etapa en Hogwarts. Su tercer año transcurrió tranquilamente, haciéndose mejor amigo de Mitch, un chico de segundo que si bien era muy revoltoso, le caía en gracia a Johan. Si bien el chico sobresalió por sus buenas notas, no era especialmente popular. Al menos así se veía él mismo.
Jamás le interesó el Quidditch, apoyaba a su equipo por compromiso y veía los partidos sólo por entretenimiento. Odiaba volar y tenía una aversión natural a los deportes.
Sus materia fuerte siempre fue historia de la magia; pociones le gustaba, pero no demasiado como para prestarle mucha atención, y lo mismo pasaba con el resto de las materias. Aunque era bueno, no le interesaba mucho que digamos. Defensa contra las artes oscuras fue por el contrario distinto a todo lo demás. Amaba entrar a aquella clase, y así es hasta el momento. Cuidado de criaturas mágicas fue su talón de Aquiles. Por más que intentaba prestar atención en clase solía distraerse con pequeñas cosas; sin embargo, sus calificaciones tampoco eran malas, parecía que al final siempre se daba un impulso para aprobar con excelencia aunque debía desvelarse estudiando semanas de clases a las que jamás prestó absoluta atención.
En tercero su asignatura favorita fue por mucho Aritmancia, por ser precisamente una materia que muchos consideraban difícil. Al iniciar quinto, le llegó la insignia de prefecto por su excelente desempeño. Nunca le había restado puntos a su casa por su causa –increíble en realidad teniendo un amigo como Mitch- y además tenía unas calificaciones muy buenas. Al parecer su intachable comportamiento dentro de Hogwarts le sirvió para algo todos esos años. Comenzaba a formarse un futuro brillante; conseguía lo que quería cuando quería por ser simplemente un estudiante estrella.
Ahora comienza su séptimo año en Hogwart y cada verano desde el día que le dijeron que era un mago va a casa, pero no ve a su madre. Ella prefiere ignorarlo, sólo preocupándose por mantener la nevera llena y la casa limpia. Encerrándose en su estudio para escribir sonetos de amor a un esposo fantasma. Está claro que jamás se recuperó de aquel trauma… ventajosamente sus libros se venden bien y como pan caliente, leídos usualmente por mujeres desesperadas que buscando consuelo recurren a sus palabras. En ese aspecto, Johan no le reprocha nada a su madre.
T.I.M.O.S:
• Astronomía: E
• Aritmancia: E
• Cuidado de Criaturas Mágicas: A
• Defensa Contra las Artes Oscuras: S
• Encantamientos: E
• Herbología: S
• Historia de la Magia: E
• Pociones: S
• Runas Antiguas: E
• Transformaciones: E
Extras:
-Es uno de los candidatos para ganar el premio anual, aunque nunca ha expresado cierto interés en tal reconocimiento, nadie asegura que no lo esté deseando como el resto de sus compañeros.
-Está buscando entrar en una carrera dirigida hacia las leyes mágicas, aunque aún no ha tomado una decisión, ya que el ámbito de la política le atrae demasiado.
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Johan Britt- Prefecto Ravenclaw
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Fecha de inscripción : 03/02/2012
Empleo /Ocio : 7mo Curso/Prefecto
Re: Johan Joseph Britt.
FICHA ACEPTADA
Bienvenido(a) a Lumus Maxima, recuerda revisar en que época del año estamos al igual que los anuncios cada tanto. No podrás postear hasta que veas que tienes la etiqueta que te corresponde. Cualquier duda, ya lo sabes: Mensaje privado o la sección correspondiente.
Diviertete.
La Administración.
Señor Britt, el colegio de Magia y Hechicería Hogwarts se enorgullece de tenerlo en lo que será su ultimo año de clases, esperemos que su desempeño sea el mismo que a presentado todos los años. Disfrute sus vacaciones y recuerde relajarse un poco, no todo en la vida son estudios.
Atentamente
Sir Nicholas de Mimsy-Porpington
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Sir Nicholas de Mimsy-Porpington
Nick Casi Decapitado- Moderador
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