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El mundo de Harry Potter le pertenece a J.K Rowlling, nosotr@s somos simplemente unas fans de la saga reproduciendo su mundo. El foro no es con fines de lucro.
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Human Breeds
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Human Breeds
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DESDE EL PASADO AL PRESENTE...
Hace muchos años, un experimento científico con un elemento químico muy inestable tuvo un resultado trágico e inesperado. El planeta se vio asolado por un cataclismo de consecuencias devastadoras. La vida quedó destruida casi totalmente, y los supervivientes experimentaron algunos cambios en sus cuerpos, pero en aquél momento esa era la menor de sus preocupaciones. Necesitaban un nuevo hogar, ya que todo había quedado reducido a agua, lava y cenizas. Sólo quedó un resquicio de esperanza: un territorio habitable que fue inmediatamente poblado. Hoy en día, se conoce como El Valle, y se piensa que se corresponde con gran parte de la antigua Europa.
En un primer momento, la humanidad estaba demasiado ocupada en rehacer su mundo como para dedicarse a otros asuntos. Fue como una vuelta a la prehistoria; sin máquinas, sin tecnología…Aunque, eso sí, con cultura. La vida era dura para personas que no habían cazado nunca. Habían pasado de una sociedad futurista que estaba a punto de descubrir el sistema de teletransportación, a una primitiva sociedad que prácticamente tenía que redescubrir el fuego. Pero el hombre lleva la supervivencia entre sus instintos más básicos, y sobrevivió.
De la nada, y en equipo, construyeron edificios. Grandes fortificaciones que sirvieran de protección contra las extrañas criaturas que comenzaban a poblar El Valle, y que tenían mucha semejanza con los antiguos castillos de la Edad Media. Su tecnología no les permitía ir más allá, y sus conocimientos del pasado les permitieron saltarse varios pasos en la historia, generando así una Nueva Edad Media, sin sistema feudal. Son muchos los factores que explican el nuevo mundo que se generó: la cultura que se transmitía de generación en generación, unos humanos que conocían la Historia de la Humanidad….En cierta manera, era idílico. Un ambiente armónico y natural, totalmente rural, con los conocimientos suficientes para proporcionar a todo el mundo una buena calidad de vida.
Sin embargo, faltaba control. Faltaba estabilidad. Miles y miles de personas pujando por recuperar la antigua hegemonía humana luchaban en contra de la evidente falta de recursos. Parecía que cada uno estaba estancado en una época del tiempo. Los había que actuaban como si los viejos tiempos de los que habían oído hablar a sus padres fueran a volver. Los había que temían un nuevo cataclismo. Y los había que aceptaban que nada estaba escrito, y que la historia no podía repetirse. Irónicamente, los conocimientos les frenaban. No necesitaban descubrir el mundo, porque ya lo habían descubierto. Estaban condenados a no evolucionar, como lo habían hecho sus antepasados, porque no había evolución posible para la raza humana. Los había que se atrevían a afirmar que ya no existía dicha raza. Y es que, aquellos cambios que empezaron a experimentar en un principio, con el tiempo se acentuaron. En parte tuvo que ver con la exposición al compuesto químico causante de la catástrofe; y en parte a las diferentes condiciones de vida a las que se tuvieron que enfrentar.
Todos se hicieron más longevos. Llegó un momento en el que se empezó a creer que era un mito el que anteriormente el ser humano viviera de media ochenta años. Pues, seis generaciones después del cataclismo, el ser humano vivía de media ciento ochenta años. Muchos crecieron en tamaño, sobrepasando los dos metros. Pequeñas diferencias se fueron haciendo notables, y así, hablar de raza humana no era más que una mención a la forma antropomórfica y a la herencia del pasado.
Entre ellos presentaban diferencias también. Se hizo evidente que no había una homogeneidad de características. Si antes se distinguía entre blancos, negros, asiáticos, mestizos, semitas, caucásicos, y en definitiva por país y color de piel, fue necesario distinguirse ahora por otras características que permitían hablar de “diferentes razas”. Y, como sucede con frecuencia, esos nuevos humanos tendían a agruparse con los que eran como ellos. Así, el ambiente de cordialidad y el espíritu de supervivencia que había unido a sus antepasados, se fue haciendo más difuso allí donde prevalecían las diferencias. Llegó un momento en el que se podían distinguir cinco grupos de humanos. Y no pasó mucho para que empezaran a repartirse el territorio de forma tácita y más o menos organizada.
El primer grupo estaba formado por personas de aspecto alegre y jovial; rasgos aniñados, y por regla general hermosos y saludables. Eran muy veloces, gracias a su estructura ósea que además, les permitía una flexibilidad imposible para el resto. Podían, sin exagerar, girar su cabeza completamente, al modo de los búhos. Su agilidad les permitió adaptarse a la vegetación arbórea, y empezaron a preferir los bosques como hábitat. Desarrollaron cierta resistencia al frío, pues su temperatura corporal es ligeramente inferior a la de los demás. Su cuerpo es el idóneo para un esgrimista, y por eso la mayoría de ellos se hicieron expertos en el manejo de las espadas. Son los Humanos del Norte, porque empezaron a ocupar estos territorios.
El segundo grupo no era tan agraciado como el primero. A decir verdad, se trataba de personas enclenques en comparación con el resto de las razas, que podían llegar a medir dos metros veinte sin sobresalir de la media. Ellos medían, como mucho, metro noventa. Su debilidad física les hizo desconfiados. Pero su cerebro estaba muy desarrollado, y les capacitaba para el estudio y la retención de información. Uno de estos humanos, no olvida nunca, lo cual puede ser tanto una bendición como una maldición. Recuerdan cada momento de su vida; retienen todo lo que aprenden, y su sabiduría puede volverles peligrosos. Toleran muy bien el calor. Son los Humanos del Sur, ya que eligieron esos territorios. Se sospecha que su elección fue más allá de la comodidad, y que andan buscando una misteriosa piedra con alguna clase de propiedad desconocida para una mayoría.
El tercer grupo constaba de individuos altos, de aspecto atlético; quizá no demasiado fuertes ni demasiado rápidos. De hecho, eran un poco torpes. Tampoco sobresalían en inteligencia ni en otras cualidades mentales. Pudieran haber sido el ejemplo de normalidad, de no ser porque tenían alas. Alas grises, y grandes, que podían mover a voluntad, y que plegaban a la espalda como si no midieran los dos metros que llegaban a alcanzar de envergadura. Estas extremidades, prolongación de su esqueleto, les permitían volar. Son los Humanos del Este, y sienten un gran amor por la naturaleza. Se integran en ella a la perfección y transmiten paz a quienes les observan. Sin embargo son, por naturaleza, muy vengativos, y pueden ser verdaderos monstruos de pesadilla cuando se enfadan y se elevan en el aire con una víctima a la que después dejan caer desde gran altura. El poder hace a la bestia.
El cuarto grupo lo formaban individuos fuertes, a menudo con aspecto de brutos. Confiaban tanto en su fuerza que rara vez utilizaban armas, y tampoco parecían necesitarlas. Sus huesos eran a su vez algo más gruesos, y tenían más calcio, lo que les hacía un esqueleto resistente y destructivo. Demostraron ser capaces de poder romper un árbol a base de puñetazos. Sin ser tontos, sí parece demostrado que gozan de menos rapidez mental que sus congéneres de otras especies. Esto se explica porque siempre han tenido la vida mucho más sencilla, y no han tenido que desarrollar sus capacidades intelectuales a lo largo de los años: son los Humanos del Oeste y su territorio es el más confortable y seguro. No hay criaturas peligrosas y en cambio tiene alimento en abundancia.
El último grupo se componía de personas con grandes capacidades para trabajar en equipo. Puede que fueran los humanos más completos, porque no sobresalían en nada y a la vez eran buenos en todo. Sin embargo su “normalidad” les valió cierta discriminación. No tenían nada que les hiciera peligrosos, así que, internamente, el resto de razas se creían superiores. No se les tuvo en cuenta en el reparto de territorios, y se vieron obligados a habitar las Llanuras Oscuras. Ese territorio fue el más devastado por el cataclismo de todo El Valle. Para cuando fueron a vivir allí, se había recuperado un poco, y se hizo posible la vida en aquellas tierras. Pero seguía siendo un lugar que permanecía a oscuras la mayor parte del día, y aquello, sin la existencia ya de luz eléctrica era un gran inconveniente. Era piedra en su mayoría, y casi todo presentaba un triste color gris. El aire contenía partículas de ceniza ya que era la frontera de El Valle con el resto del mundo, inhabitable por completo. Las duras condiciones hicieron que, tras algunos siglos, sus ojos se adaptaran a la oscuridad, sin la necesidad de fuego para alumbrarse. Se volvieron salvajes en su actitud, y bastante resentidos con aquellos que les habían dado de lado. Una especie de prótesis gris, discreta pero efectiva, les cubrió la espalda: una armadura natural de no mucho tamaño, pero que les defendía de ataques imprevistos. Sus incisivos crecieron de forma notable y sus sentidos se agudizaron. Se bautizaron a sí mismos los Más Alejados, y su carácter pacífico se había extinguido por completo, cegados por la ira de una vida tan injusta. Se dedicaron a perseguir, a cazar a las otras razas de humanos como si fueran animales y no personas. A menudo corren apoyándose no sólo en los pies, sino también en las manos, aunque pueden caminar perfectamente erguidos.
Cada raza tenía un gobernante. Sería adecuado llamarlos jefes o reyes, pero ellos preferían el término “líder”. Conforme los siglos pasaban estancados todos en aquél mundo rústico, rural y pintoresco, las razas tenían cada vez menos relación entre sí. Cuando los Más Alejados amenazaron con una guerra, algunos apenas sabían de su existencia. Pero sirvieron de inspiración a algunos individuos de las demás razas: ¿Por qué conformarse con una tierra que les había sido asignada demasiados años atrás? Creció un espíritu de conquista, y la envidia por las habilidades de unos y de otros hizo el resto. Se generó una hostilidad inextinguible, en especial en lo que a los Más Alejados concernía. Los cinco líderes se reunieron tratando de apaciguar los ánimos, pero una mala gestión hizo que aquél conato de paz terminara en guerra abierta.
Ese fue el inicio del enfrentamiento. La venganza y la costumbre es lo que lo mantiene vivo. No se sabe quién dio el primer paso, pero a partir de la primera muerte, se desató el caos. Vida por vida. Sangre, por sangre. Como escusa se sigue usando el problema de la distribución del territorio. Pero la lucha ya es algo instintivo, racista, y general. Los del Norte enfrentándose con los del Sur. Los del Este, con los del Oeste. Norte con Este, Sur con Oeste. Todos, contra todos. Raza contra raza, y todos contra los Más Alejados: un enemigo imposible de abatir que persigue y aniquila a quien tiene el infortunio de cruzarse en su camino. Hace algunos años Rashei, el actual líder de los Más Alejados, consiguió que se pactara una tregua. Sin embargo ahora el líder de los Humanos del Sur ha desaparecido, y su hijo, David Yerks, ha asumido el mando. Está convencido de que su padre ha sido asesinado por los Más Alejados, y la guerra se ha vuelto más cruenta que nunca. No hay enfrentamientos abiertos, sin embargo, porque ningún grupo domina sobre los otros con la suficiente ventaja.
Los Humanos del Sur se encuentran, así mismo, inmersos en la búsqueda del material más escaso y necesario en todo el Valle: el hierro. Es lo que frena la evolución. Es lo que impide que se avance, aun cuando poseen libros muy antiguos que enseñan aparatos de un pasado en el que no se había destruido el mundo. Todas sus armas son de bronce, y de un extraño material negro, un metal nuevo. Pero ambas cosas son escasas, y no pueden sustituir al hierro en todas sus funciones. A los ojos del resto de las razas, lo que buscan es una especie de Piedra Filosofal, pero la búsqueda es más científica que todo eso. Realizan excavaciones, experimentos y estudios meticulosos, mientras permiten que otros se guíen por las supersticiones; eso les alejará de la posibilidad de descubrirlo antes que ellos. En muchos sentidos, saben que quien encuentre el hierro ganará la guerra: será quien ostente el poder.
Los Humanos del Este están, técnicamente, sin líder. Abraham Auel es su legítimo rey, pero tan sólo tiene doce años. Sin embargo, hay algo en ese niño, de alas aun pequeñas, que asusta. No habla mucho, pero parece tener las ideas muy claras. No es el títere que sus allegados pensaron que sería. No es alguien a quien manejar, como bien ha descubierto con alivio Merian Bocelli, que ejerce la regencia. Merian es una buena mujer, tía de Abraham y de su hermana de seis años, Abi Lee. Perdió a su hijo recién nacido, y también a su marido. Tiene un vacío muy grande y trata de llenarlo cuidando de sus dos sobrinos huérfanos. Pero Abraham no parece necesitar cuidados. El niño se comporta como un adulto, protege a su hermana, y muestra una dura indiferencia hacia todo el mundo. Se puede convertir en un buen líder, pero también corre el riesgo de ser un líder cruel. Nadie sabe lo que piensa en realidad.
Los Más Alejados están divididos. Hay una mayoría cruel, sanguinaria y vengativa, que utiliza sus habilidades para causar el pánico entre las otras razas. Son los culpables del odio tan intenso que todos les profesan. Pero hay unos pocos que son pacíficos, y que desearían que no hubiera división de territorios. Que todos compartieran El Valle tal y como se hacía en un principio, sin fronteras. Sin embargo esto no parece posible porque nadie, ni siquiera las otras razas, piensan como ellos. Estos Más Alejados pacíficos habitan las montañas de las Llanuras Oscuras, semiexiliados, y a éste grupo pertenece Eredian, un joven niño que ha trabado amistad con un Humano del Sur, Durc Yerks. A éste grupo pertenece también, aunque en secreto, el actual gobernante de los Mas Alejados: Rashei Sanyo. Y entre ellos se cuenta Megan White, una mujer con mal carácter y grandes conocimientos curativos que tiene bajo su poder a Ray Yerks, al que todos dan por muerto. (VER PERSONAJES CANON)
Los Humanos del Norte y los del Oeste, aunque inmersos en una guerra fría, son los que mejor relación mantienen, debido al mutuo interés de compartir el río de su frontera. Entre ellos se producen la mayoría de los mestizajes. Sin embargo los mestizos se ven condenados, casi siempre, a una vida de no aceptación por ninguna de las dos partes. Y el carácter impulsivo de ambas razas hacen imposible una coexistencia del todo pacífica, produciéndose a menudo bajas en los dos bandos.
La reina de los Humanos del Norte, Eloisse Aspurg, forma parte de una élite intelectual que comprende que el reparto de territorios es la base del problema, que se arrastra desde hace años. Es necesario encontrar un nuevo hogar para los Más Alejados, pero como ninguna raza está dispuesta a renunciar a parte de sus territorios, sino más bien al contrario, todas quieren ampliarlos, no busca la solución en la Tierra, sino en el agua. Está convencida de que algunas de las ciudades del pasado, tras el cataclismo tuvieron que hundirse en el fondo del mar, donde hay unas criaturas de lo más extrañas, con formas que pueden llegar a recordar a una persona. Trabaja en la manera de sacar una de esas ciudades a flote y para ello colabora en secreto con un grupo de Humanos del Sur, que se hacen llamar irónicamente “la élite de la Piedra”. Eloisse sabe que lo que en realidad buscan es hierro, e hizo con ellos un pacto de mutua ayuda, porque es probable que en esa presunta ciudad sumergida haya hierro. Su alianza con “la élite de la Piedra” es totalmente secreta, y está aun llena e hostilidades que es necesario pulir. Debido a ese secretismo, todos piensan que como reina no hace gran cosa. Además guarda un especial rencor a los Humanos del Este, uno de los cuales hace unos meses utilizó sus alas para despeñar a su marido desde doscientos metros de altura por una absurda venganza. Aunque juró no volver a enamorarse, una noche vio a un misterioso desconocido que despertó su curiosidad. Ella le tomó por uno de los de su raza, y aun hoy sigue creyendo que así fue, pero se trata de Gregory Nederland, un Humano del Este que hacía las veces de espía y que usará esa atracción que despertó para conseguir información. No es un hombre con muchos escrúpulos, pero es un gran actor, y sabe interpretar el papel de príncipe deseado. Para Eloisse es una situación muy complicada: se casó muy joven y estaba enamorada del que fue su esposo, mayor que ella. La tradición la empuja a contraer matrimonio de nuevo, pero la defunción de su cónyuge es aun muy reciente. Éste tuvo un hijo con otra mujer (al que Eloisse no tiene mucho cariño, por cierto) y ni uno sólo con ella. Se siente muy sóla, y todo eso le pondrá las cosas a Gregory mucho más fáciles. Y no sólo a Gregory: son muchos los que piesan que la reina está emocionalmente débil, y querrán lanzarse a su cuello como los tiburones a la sangre.
El líder de los humanos del Oeste es Bradley Evans. Técnicamente es un mestizo, hijo de un hombre del Norte y una mujer del Oeste. Habría estado condenado a ser un paria, de no ser esa mujer la antigua reina de los Humanos del Oeste. Bradley resultó ser rápido y fuerte; demostró saber defender su vida de los traidores que quisieron matarle por motivos de su mestizaje, y con sus buenas obras se ganó el aprecio de mucha de su gente. Su reinado más que en la guerra, está centrado en intentar erradicar el racismo de su pueblo contra los mestizos como él. Es evidente que no lo ha conseguido aun, pues son muchos los rechazados, incluso entre los Humanos del Oeste. Fue educado en el odio hacia los Más Alejados, y por ello sólo sabe detestarlos.
Por otro lado, no todos estan con el rey Bradley. Un grupo de Humanos del Oeste, liderados por Engelbert Lepland, no están dispuestos a que un mestizo ocupe el trono. Desde las sombras, se está formando un ejército con el fin de derrocarlo. El punto fuerte de éste grupo es que nadie sabe de su existencia: el bando del rey no puede, por tanto, preparar su defensa.
En un primer momento, la humanidad estaba demasiado ocupada en rehacer su mundo como para dedicarse a otros asuntos. Fue como una vuelta a la prehistoria; sin máquinas, sin tecnología…Aunque, eso sí, con cultura. La vida era dura para personas que no habían cazado nunca. Habían pasado de una sociedad futurista que estaba a punto de descubrir el sistema de teletransportación, a una primitiva sociedad que prácticamente tenía que redescubrir el fuego. Pero el hombre lleva la supervivencia entre sus instintos más básicos, y sobrevivió.
De la nada, y en equipo, construyeron edificios. Grandes fortificaciones que sirvieran de protección contra las extrañas criaturas que comenzaban a poblar El Valle, y que tenían mucha semejanza con los antiguos castillos de la Edad Media. Su tecnología no les permitía ir más allá, y sus conocimientos del pasado les permitieron saltarse varios pasos en la historia, generando así una Nueva Edad Media, sin sistema feudal. Son muchos los factores que explican el nuevo mundo que se generó: la cultura que se transmitía de generación en generación, unos humanos que conocían la Historia de la Humanidad….En cierta manera, era idílico. Un ambiente armónico y natural, totalmente rural, con los conocimientos suficientes para proporcionar a todo el mundo una buena calidad de vida.
Sin embargo, faltaba control. Faltaba estabilidad. Miles y miles de personas pujando por recuperar la antigua hegemonía humana luchaban en contra de la evidente falta de recursos. Parecía que cada uno estaba estancado en una época del tiempo. Los había que actuaban como si los viejos tiempos de los que habían oído hablar a sus padres fueran a volver. Los había que temían un nuevo cataclismo. Y los había que aceptaban que nada estaba escrito, y que la historia no podía repetirse. Irónicamente, los conocimientos les frenaban. No necesitaban descubrir el mundo, porque ya lo habían descubierto. Estaban condenados a no evolucionar, como lo habían hecho sus antepasados, porque no había evolución posible para la raza humana. Los había que se atrevían a afirmar que ya no existía dicha raza. Y es que, aquellos cambios que empezaron a experimentar en un principio, con el tiempo se acentuaron. En parte tuvo que ver con la exposición al compuesto químico causante de la catástrofe; y en parte a las diferentes condiciones de vida a las que se tuvieron que enfrentar.
Todos se hicieron más longevos. Llegó un momento en el que se empezó a creer que era un mito el que anteriormente el ser humano viviera de media ochenta años. Pues, seis generaciones después del cataclismo, el ser humano vivía de media ciento ochenta años. Muchos crecieron en tamaño, sobrepasando los dos metros. Pequeñas diferencias se fueron haciendo notables, y así, hablar de raza humana no era más que una mención a la forma antropomórfica y a la herencia del pasado.
Entre ellos presentaban diferencias también. Se hizo evidente que no había una homogeneidad de características. Si antes se distinguía entre blancos, negros, asiáticos, mestizos, semitas, caucásicos, y en definitiva por país y color de piel, fue necesario distinguirse ahora por otras características que permitían hablar de “diferentes razas”. Y, como sucede con frecuencia, esos nuevos humanos tendían a agruparse con los que eran como ellos. Así, el ambiente de cordialidad y el espíritu de supervivencia que había unido a sus antepasados, se fue haciendo más difuso allí donde prevalecían las diferencias. Llegó un momento en el que se podían distinguir cinco grupos de humanos. Y no pasó mucho para que empezaran a repartirse el territorio de forma tácita y más o menos organizada.
El primer grupo estaba formado por personas de aspecto alegre y jovial; rasgos aniñados, y por regla general hermosos y saludables. Eran muy veloces, gracias a su estructura ósea que además, les permitía una flexibilidad imposible para el resto. Podían, sin exagerar, girar su cabeza completamente, al modo de los búhos. Su agilidad les permitió adaptarse a la vegetación arbórea, y empezaron a preferir los bosques como hábitat. Desarrollaron cierta resistencia al frío, pues su temperatura corporal es ligeramente inferior a la de los demás. Su cuerpo es el idóneo para un esgrimista, y por eso la mayoría de ellos se hicieron expertos en el manejo de las espadas. Son los Humanos del Norte, porque empezaron a ocupar estos territorios.
El segundo grupo no era tan agraciado como el primero. A decir verdad, se trataba de personas enclenques en comparación con el resto de las razas, que podían llegar a medir dos metros veinte sin sobresalir de la media. Ellos medían, como mucho, metro noventa. Su debilidad física les hizo desconfiados. Pero su cerebro estaba muy desarrollado, y les capacitaba para el estudio y la retención de información. Uno de estos humanos, no olvida nunca, lo cual puede ser tanto una bendición como una maldición. Recuerdan cada momento de su vida; retienen todo lo que aprenden, y su sabiduría puede volverles peligrosos. Toleran muy bien el calor. Son los Humanos del Sur, ya que eligieron esos territorios. Se sospecha que su elección fue más allá de la comodidad, y que andan buscando una misteriosa piedra con alguna clase de propiedad desconocida para una mayoría.
El tercer grupo constaba de individuos altos, de aspecto atlético; quizá no demasiado fuertes ni demasiado rápidos. De hecho, eran un poco torpes. Tampoco sobresalían en inteligencia ni en otras cualidades mentales. Pudieran haber sido el ejemplo de normalidad, de no ser porque tenían alas. Alas grises, y grandes, que podían mover a voluntad, y que plegaban a la espalda como si no midieran los dos metros que llegaban a alcanzar de envergadura. Estas extremidades, prolongación de su esqueleto, les permitían volar. Son los Humanos del Este, y sienten un gran amor por la naturaleza. Se integran en ella a la perfección y transmiten paz a quienes les observan. Sin embargo son, por naturaleza, muy vengativos, y pueden ser verdaderos monstruos de pesadilla cuando se enfadan y se elevan en el aire con una víctima a la que después dejan caer desde gran altura. El poder hace a la bestia.
El cuarto grupo lo formaban individuos fuertes, a menudo con aspecto de brutos. Confiaban tanto en su fuerza que rara vez utilizaban armas, y tampoco parecían necesitarlas. Sus huesos eran a su vez algo más gruesos, y tenían más calcio, lo que les hacía un esqueleto resistente y destructivo. Demostraron ser capaces de poder romper un árbol a base de puñetazos. Sin ser tontos, sí parece demostrado que gozan de menos rapidez mental que sus congéneres de otras especies. Esto se explica porque siempre han tenido la vida mucho más sencilla, y no han tenido que desarrollar sus capacidades intelectuales a lo largo de los años: son los Humanos del Oeste y su territorio es el más confortable y seguro. No hay criaturas peligrosas y en cambio tiene alimento en abundancia.
El último grupo se componía de personas con grandes capacidades para trabajar en equipo. Puede que fueran los humanos más completos, porque no sobresalían en nada y a la vez eran buenos en todo. Sin embargo su “normalidad” les valió cierta discriminación. No tenían nada que les hiciera peligrosos, así que, internamente, el resto de razas se creían superiores. No se les tuvo en cuenta en el reparto de territorios, y se vieron obligados a habitar las Llanuras Oscuras. Ese territorio fue el más devastado por el cataclismo de todo El Valle. Para cuando fueron a vivir allí, se había recuperado un poco, y se hizo posible la vida en aquellas tierras. Pero seguía siendo un lugar que permanecía a oscuras la mayor parte del día, y aquello, sin la existencia ya de luz eléctrica era un gran inconveniente. Era piedra en su mayoría, y casi todo presentaba un triste color gris. El aire contenía partículas de ceniza ya que era la frontera de El Valle con el resto del mundo, inhabitable por completo. Las duras condiciones hicieron que, tras algunos siglos, sus ojos se adaptaran a la oscuridad, sin la necesidad de fuego para alumbrarse. Se volvieron salvajes en su actitud, y bastante resentidos con aquellos que les habían dado de lado. Una especie de prótesis gris, discreta pero efectiva, les cubrió la espalda: una armadura natural de no mucho tamaño, pero que les defendía de ataques imprevistos. Sus incisivos crecieron de forma notable y sus sentidos se agudizaron. Se bautizaron a sí mismos los Más Alejados, y su carácter pacífico se había extinguido por completo, cegados por la ira de una vida tan injusta. Se dedicaron a perseguir, a cazar a las otras razas de humanos como si fueran animales y no personas. A menudo corren apoyándose no sólo en los pies, sino también en las manos, aunque pueden caminar perfectamente erguidos.
Cada raza tenía un gobernante. Sería adecuado llamarlos jefes o reyes, pero ellos preferían el término “líder”. Conforme los siglos pasaban estancados todos en aquél mundo rústico, rural y pintoresco, las razas tenían cada vez menos relación entre sí. Cuando los Más Alejados amenazaron con una guerra, algunos apenas sabían de su existencia. Pero sirvieron de inspiración a algunos individuos de las demás razas: ¿Por qué conformarse con una tierra que les había sido asignada demasiados años atrás? Creció un espíritu de conquista, y la envidia por las habilidades de unos y de otros hizo el resto. Se generó una hostilidad inextinguible, en especial en lo que a los Más Alejados concernía. Los cinco líderes se reunieron tratando de apaciguar los ánimos, pero una mala gestión hizo que aquél conato de paz terminara en guerra abierta.
Ese fue el inicio del enfrentamiento. La venganza y la costumbre es lo que lo mantiene vivo. No se sabe quién dio el primer paso, pero a partir de la primera muerte, se desató el caos. Vida por vida. Sangre, por sangre. Como escusa se sigue usando el problema de la distribución del territorio. Pero la lucha ya es algo instintivo, racista, y general. Los del Norte enfrentándose con los del Sur. Los del Este, con los del Oeste. Norte con Este, Sur con Oeste. Todos, contra todos. Raza contra raza, y todos contra los Más Alejados: un enemigo imposible de abatir que persigue y aniquila a quien tiene el infortunio de cruzarse en su camino. Hace algunos años Rashei, el actual líder de los Más Alejados, consiguió que se pactara una tregua. Sin embargo ahora el líder de los Humanos del Sur ha desaparecido, y su hijo, David Yerks, ha asumido el mando. Está convencido de que su padre ha sido asesinado por los Más Alejados, y la guerra se ha vuelto más cruenta que nunca. No hay enfrentamientos abiertos, sin embargo, porque ningún grupo domina sobre los otros con la suficiente ventaja.
Los Humanos del Sur se encuentran, así mismo, inmersos en la búsqueda del material más escaso y necesario en todo el Valle: el hierro. Es lo que frena la evolución. Es lo que impide que se avance, aun cuando poseen libros muy antiguos que enseñan aparatos de un pasado en el que no se había destruido el mundo. Todas sus armas son de bronce, y de un extraño material negro, un metal nuevo. Pero ambas cosas son escasas, y no pueden sustituir al hierro en todas sus funciones. A los ojos del resto de las razas, lo que buscan es una especie de Piedra Filosofal, pero la búsqueda es más científica que todo eso. Realizan excavaciones, experimentos y estudios meticulosos, mientras permiten que otros se guíen por las supersticiones; eso les alejará de la posibilidad de descubrirlo antes que ellos. En muchos sentidos, saben que quien encuentre el hierro ganará la guerra: será quien ostente el poder.
Los Humanos del Este están, técnicamente, sin líder. Abraham Auel es su legítimo rey, pero tan sólo tiene doce años. Sin embargo, hay algo en ese niño, de alas aun pequeñas, que asusta. No habla mucho, pero parece tener las ideas muy claras. No es el títere que sus allegados pensaron que sería. No es alguien a quien manejar, como bien ha descubierto con alivio Merian Bocelli, que ejerce la regencia. Merian es una buena mujer, tía de Abraham y de su hermana de seis años, Abi Lee. Perdió a su hijo recién nacido, y también a su marido. Tiene un vacío muy grande y trata de llenarlo cuidando de sus dos sobrinos huérfanos. Pero Abraham no parece necesitar cuidados. El niño se comporta como un adulto, protege a su hermana, y muestra una dura indiferencia hacia todo el mundo. Se puede convertir en un buen líder, pero también corre el riesgo de ser un líder cruel. Nadie sabe lo que piensa en realidad.
Los Más Alejados están divididos. Hay una mayoría cruel, sanguinaria y vengativa, que utiliza sus habilidades para causar el pánico entre las otras razas. Son los culpables del odio tan intenso que todos les profesan. Pero hay unos pocos que son pacíficos, y que desearían que no hubiera división de territorios. Que todos compartieran El Valle tal y como se hacía en un principio, sin fronteras. Sin embargo esto no parece posible porque nadie, ni siquiera las otras razas, piensan como ellos. Estos Más Alejados pacíficos habitan las montañas de las Llanuras Oscuras, semiexiliados, y a éste grupo pertenece Eredian, un joven niño que ha trabado amistad con un Humano del Sur, Durc Yerks. A éste grupo pertenece también, aunque en secreto, el actual gobernante de los Mas Alejados: Rashei Sanyo. Y entre ellos se cuenta Megan White, una mujer con mal carácter y grandes conocimientos curativos que tiene bajo su poder a Ray Yerks, al que todos dan por muerto. (VER PERSONAJES CANON)
Los Humanos del Norte y los del Oeste, aunque inmersos en una guerra fría, son los que mejor relación mantienen, debido al mutuo interés de compartir el río de su frontera. Entre ellos se producen la mayoría de los mestizajes. Sin embargo los mestizos se ven condenados, casi siempre, a una vida de no aceptación por ninguna de las dos partes. Y el carácter impulsivo de ambas razas hacen imposible una coexistencia del todo pacífica, produciéndose a menudo bajas en los dos bandos.
La reina de los Humanos del Norte, Eloisse Aspurg, forma parte de una élite intelectual que comprende que el reparto de territorios es la base del problema, que se arrastra desde hace años. Es necesario encontrar un nuevo hogar para los Más Alejados, pero como ninguna raza está dispuesta a renunciar a parte de sus territorios, sino más bien al contrario, todas quieren ampliarlos, no busca la solución en la Tierra, sino en el agua. Está convencida de que algunas de las ciudades del pasado, tras el cataclismo tuvieron que hundirse en el fondo del mar, donde hay unas criaturas de lo más extrañas, con formas que pueden llegar a recordar a una persona. Trabaja en la manera de sacar una de esas ciudades a flote y para ello colabora en secreto con un grupo de Humanos del Sur, que se hacen llamar irónicamente “la élite de la Piedra”. Eloisse sabe que lo que en realidad buscan es hierro, e hizo con ellos un pacto de mutua ayuda, porque es probable que en esa presunta ciudad sumergida haya hierro. Su alianza con “la élite de la Piedra” es totalmente secreta, y está aun llena e hostilidades que es necesario pulir. Debido a ese secretismo, todos piensan que como reina no hace gran cosa. Además guarda un especial rencor a los Humanos del Este, uno de los cuales hace unos meses utilizó sus alas para despeñar a su marido desde doscientos metros de altura por una absurda venganza. Aunque juró no volver a enamorarse, una noche vio a un misterioso desconocido que despertó su curiosidad. Ella le tomó por uno de los de su raza, y aun hoy sigue creyendo que así fue, pero se trata de Gregory Nederland, un Humano del Este que hacía las veces de espía y que usará esa atracción que despertó para conseguir información. No es un hombre con muchos escrúpulos, pero es un gran actor, y sabe interpretar el papel de príncipe deseado. Para Eloisse es una situación muy complicada: se casó muy joven y estaba enamorada del que fue su esposo, mayor que ella. La tradición la empuja a contraer matrimonio de nuevo, pero la defunción de su cónyuge es aun muy reciente. Éste tuvo un hijo con otra mujer (al que Eloisse no tiene mucho cariño, por cierto) y ni uno sólo con ella. Se siente muy sóla, y todo eso le pondrá las cosas a Gregory mucho más fáciles. Y no sólo a Gregory: son muchos los que piesan que la reina está emocionalmente débil, y querrán lanzarse a su cuello como los tiburones a la sangre.
El líder de los humanos del Oeste es Bradley Evans. Técnicamente es un mestizo, hijo de un hombre del Norte y una mujer del Oeste. Habría estado condenado a ser un paria, de no ser esa mujer la antigua reina de los Humanos del Oeste. Bradley resultó ser rápido y fuerte; demostró saber defender su vida de los traidores que quisieron matarle por motivos de su mestizaje, y con sus buenas obras se ganó el aprecio de mucha de su gente. Su reinado más que en la guerra, está centrado en intentar erradicar el racismo de su pueblo contra los mestizos como él. Es evidente que no lo ha conseguido aun, pues son muchos los rechazados, incluso entre los Humanos del Oeste. Fue educado en el odio hacia los Más Alejados, y por ello sólo sabe detestarlos.
Por otro lado, no todos estan con el rey Bradley. Un grupo de Humanos del Oeste, liderados por Engelbert Lepland, no están dispuestos a que un mestizo ocupe el trono. Desde las sombras, se está formando un ejército con el fin de derrocarlo. El punto fuerte de éste grupo es que nadie sabe de su existencia: el bando del rey no puede, por tanto, preparar su defensa.
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