El obstáculo principal no es la familia.

El gran día se había levantado de madrugada para arreglarse. Había escogido su conjunto durante esa noche: Un suéter rosa claro, bordado que le quedaba un poco grande y le pendía de un hombro. Un pantalón de diseñador ceñido de mezclilla y por último unos zapatos con un tacón no muy pronunciado (porqué su madre no le dejaba usar mas altos, decía que era muy niña, pero Candy creía que eran celos ya que tuvo que ser madre muy joven) del mismo color que el suéter. Todos eran magníficos regalos de su tía Dolly, de hecho, todo lo que había guardado en sus maletas era ropa que ella le había regalado o las prendas que había conseguido con sus berrinches, ni de chiste usaría los harapos que le hacía su madre, con ellos no podría aparentar lo que quería en Hogwarts. Paso toda la mañana peinándose y aprovechando que su madre no estaba en casa para maquillarse un poco y verse bonita, cuando bajo a desayunar se encontró con su hermano que apenas bajaba a desayunar.

-No vayas a romper tu promesa.- dijo Candy, mirándo con desaprobación como tenía un poco de saliva seca en un costado de su boca. Sin decir nada más la niña bajo a desayunar, aunque no le cabía nada en el estomago de la emoción.

Debía admitir que por una vez la suerte le sonrió, sus padres tenían que trabajar tiempo extra ese día y no podrían acompañarlos a la estación. Solo esperaba poder zafarse de ellos tan fácilmente los siguientes años, no soportaría que la vieran en compañía de ellos, que no tenían ni un poco de clase.

-Rápido- apuro a su hermano, levantándose de la mesa para ir por sus maletas, sintiendo que se les hacía tarde, pero en realidad les faltaba mucho.

Tomaron un taxi a la estación, sus padres dijeron que fueran en autobús pero Candy prefirió gastar un poco de lo que su tía Doll le había dado para esa semana y tomar un taxi, ni loca viajaría en bus con maletas a cuestas. Al llegar a la estación sigió las instrucciones de su hermano, aunque el tuvo que pasar primero para mostrarle que no era una broma la manera en que se ingresaba al anden. No había que despedirse de nadie, ya lo habían hecho la noche anterior por lo que subieron al tren rápido. Candy no dudo en separarse de Gael para ir a buscar con quien sentarse, esperando encontrar gente interesante… es decir, rica.

Se encontraba buscando cuando en un pasillo topo de frente contra alguien más alto, al alzar la vista no se creía a quien veía.

-¡Imposible!- jadeo, frente a él estaba el hijo de la loca religiosa de su vecina ¿Por qué Gael nunca se lo había dicho? Frunció el seño, no había tiempo para pensar en eso, simplemente le saco la vuelta, pensando que Johan Britt sería su máximo obstáculo.