Un verdadero amigo es aquel que te conoce a fondo y a pesar de ello te quiere.

Era así como su primer año terminaba. El cielo se teñía de colore dulces, aroma de los vagones, ruido de risas, llantos y despedidas. Eleanor miraba al frente, con la cabeza bien arriba y esa mirada altiva en sus azules ojos. A pesar de ser la más bajita de las chicas de primero se veía imponente. Su temperamento y su personalidad mandona la hacían verse grande, poderosa y todo eso a pesar de ser apenas una mocosa.

La voz de Emma la hizo girar el rostro cuando esta dijo que ya no podía esperar para volver. Eleanor tomo aire por la nariz y sonrió un poco, sin decir absolutamente nada en respuesta. Se preguntaba si aquello habría pensado su hermano de haber sobrevivido el año pasado. Su corazón dio un vuelco y la obligo a avanzar. Ese no había sido el año triste que se esperaba. Dos chicas le habían devuelto casi a la realidad y ahora ocupaban un lugar dentro de su corazón. Sus dos nuevas amigas, descubiertas apenas en su primer viaje de ida a Hogwarts. Ahora se despedirían, se dirían adiós y esperaría el verano completo para volver a verlas. De Thomas apenas y se acordaba, pero estaba segura de que apenas llegara a casa su presencia se volvería una figura constante. Ese año estaría presente en su memoria, tan vivido, tan efímero…
Llegaron a un compartimiento y Eleanor ocupo un lugar junto a la ventana. Estaba segura de que el chico que antes había estado ocupando ese lugar rehuía de Pops. La chica era muy inquieta, pero a Elle le parecía encantadora.

Era algo raro sentir que conocía a Emma y a Poppy de toda la vida, pero las chicas habían hecho un click casi de inmediato, al grado de que entre ella y Pops le habían cortado el cabello a Emma para estar las tres iguales. Hermanas de alma...

Elle asomo la cabeza despidiéndose de Hogwarts, de los fantasmas, de los nuevos pasillos y aulas.

Emma entonces capturo la atención de la rubia, quien se había vuelto a acomodar en su lugar -¿Un regalo?- la voz de Elle era curiosa, dulce. Nox descansaba en sus piernas, dormía. –Eres tan dulce Emma- dijo la chica sonriéndole con ternura. Eleanor siempre se imagino que las hermanas eran como Emma y Pops, no podía desear nada mejor.

Elle miró con expectación las cajitas verde esmeralda, uno de sus colores favoritos. Tomó la que Emma le pasaba con delicadeza y la miró a los ojos con agradecimiento. La chica había adivinado uno de los principales temores de Elle: Quedarse sola. Con su regalo sentiría a Pops y a Emma cerca, todo el tiempo. Aquello la embriagó de un absoluto sentimiento de felicidad que al abrir la cajita por poco se le olvidó respirar. Una preciosa pulsera con cadena de playa y dije color coral resplandecía dentro. Los ojos de Elle viajaron del precioso regalo a los ojos de Emma y de nuevo al regalo. La tomó con cuidado, acariciando la fría plata, y sus dedos acariciaron el color de la bolita. Tan fuerte que era imposible atravesarlo, y a la vez tan delicado, con ese color liquido encima. La castaña continuaba con su explicación, que maravilló por completo a Elle y una sonrisa se dibujó en sus labios delgados.

-Es precioso Emma, muchísimas gracias- Eleanor se levantó de su asiento y sin dudarlo abrazó a Emma, hundiendo la pequeña cabeza en el cuello de la chica, cerrando los ojos. Ella sería en ese momento, por el resto de sus días, su hermana. No de sangre, pues su cariño trascendería lo corporal. Al menos fue lo que Eleanor se juró. Emma sería de las pocas personas que podrían entrar a su vida, junto a Pops y Zodiak. Sus mejores amigos, sus hermanos del corazón, sus confidentes para siempre…

La rubia se separó y volvió a su lugar. –Prometamos que nos escribiremos- propuso Eleanor, como manera oficial de comunicarse. –Quiero saber que hacen en sus vacaciones, y yo les contaré sobre las mías- dijo la chica sonriéndoles. –Y sin ocultar detalles- Eleanor soltó una pequeña risa y abrazó a Poppy. –Sobre todo usted señorita, quiero saber como es vivir entre muggles- le guiñó el ojo y entonces se abrochó la pulsera con aquellos pequeños deditos.

Alzó el brazo y miró el dije resplandecer. Guardaría aquel tesoro por siempre.